#017



Hoy la gente espera escuchar su número gritado por unos niños con voz molesta e impertinente sin saber que se están perdiendo los mejores premios aquí fuera.

Creo que he tenido lo que algunos llaman suerte y me ha tocado el gordo; pues hoy, he podido sentir el agua helada en mis pulmones y llenar mi cuerpo de aire fresco; he perdido el aliento en las alturas y sentido el vértigo en tus labios... He vuelto a percibir ese peculiar olor del mar, que -a pesar de tenerlo tan cerca- hacía tiempo que no saboreaba.
Algún cuerdo nos llamará locos si se entera de que nos hemos sumergido en agua salada con el comienzo del invierno, y no sabrán lo hermosa, dulce, acalorada y congelada que ha sido tu llegada.
Qué paz en las alturas con los rayos de sol golpeando nuestros cuerpos.
Cómo se ha parado el tiempo y qué inmenso equilibrio he sentido.
Hoy podría considerarlo un retorno al pasado pero no sería cierto. Hemos cambiado, somos personas mejoradas y ¿sabes qué? Hoy no podría haber sido un mejor presente.
Como una vez leí escrito en una pizarra de filosofía "conocer es recordar", y quizá por eso sea tan difícil olvidar... 
Todavía quedan muchas cartas, ¡y qué más da si no te olvido! tu recuerdo es algo tan bonito que aunque a veces duela, compensa y merece la pena.

Gracias por compartir momentos así conmigo; tenía ganas de ti...

Marina Reche.

#016

Vino a despedirse de lo que habría sido la mejor historia escrita y jamás contada...
Llegó con un hola en las mejillas, con su bonita sonrisa, con esa mirada que hipnotiza... y me abrazó tan fuerte que escuché sin que pronunciara palabra, un "tenía ganas de verte".
Pero las horas iban pasando y las nubes avanzando en lo que de buena mañana había sido un cielo azul. Se aproximaba tormenta y con ella la fuga del sol -y del tiempo, pero eso nadie lo sabía-.
Nos encontrábamos en ese punto intermedio donde los delgados hilos de luz tenue luchaban por asomarse entre las oscuras nubes que se aproximaban, y empezó a llover.
Poco a poco fue soltando lo que creo que algunos llaman palabras, pero que se asemejaron más a cuchillos afilados, clavados con delicadeza en el centro de mi pecho; y en la única lágrima que cayó por mi mejilla, sentí como mi corazón comprimido en esa minúscula cantidad de agua salada, me abandonaba.
Que gran vacío sentí -y siento todavía-.
Había llegado para marcharse, y lo hizo con un agridulce adiós en los labios.

Marina Reche.

Hasta nuevo aviso...

Sufro escasez de creatividad literaria.

Se me agotaron las reservas... No llegan nuevas mercancías. Llegan sólo letras y alguna que otra frase, esperando ser ordenadas para formar un texto decente pero todas se quedan con las ganas...
Os pido que tengáis de esa paciencia que no yo tengo con las musas.
Intentaré amueblar mi cabeza lo antes posible para encontrar el orden correcto de las palabras y encajar frases acordes a la melodía...
Aunque quizás, la solución sea volver a poner todo patas arriba. 
Paciencia.

Marina Reche.

#015


Se aproxima el invierno, por no decir que ya está aquí.
Y a pesar del frío y del helor en mis huesos, no había sido consciente de ellos hasta que no le he visto, con las ropas cambiadas tocando una melodía capaz de parar los mecanismos del corazón.
Llega el frío, pero no ese frío que se soluciona con un pañuelo al cuello no, es más bien ese frío que me cala el alma, ese que apenas aprecio si tengo con quien compartir el invierno pero que ahora, al caminar sin tener a alguien que me de la mano, es más que un invierno, un jodido infierno que se alarga hasta dejarme hecha pedazos en un pequeño rincón, esperando a que me recomponga, sola, para volver a atacar como un ciclón.
Llega la soledad a las calles, el paisaje desértico a las playas, las lluvias, las orejas escondidas en gorros, y las mejores fotos.
Llega con todo ello; la melancolía, la tristeza continua, la carencia de sonrisas en el rostro de las personas que es tan difícil de remediar...
Que triste el invierno; momento de reflexión y de recogerme hasta nuevo aviso. Cuando el Sol me llame entonces, para salir a ver todas esas cosas que han ido cambiando mientras mantenía los ojos cerrados para no sentir dolor.
Llega el recordar personas que se fueron, abrazar y dar calor a las que siguen conmigo, hacer lo posible por volver a ver a aquellas que están lejos pero siempre presentes, y cumplir las promesas que hice para romper distancias y llenar álbumes de recuerdos.
Es ahora cuando siento que el tiempo se nos va de las manos, puesto que el Sol en esta época del año pierde la batalla de horas contra la Luna. Y basta que haya la más mínima distancia con las personas cercanas, para entrar en un pozo sin fondo en el que pierdo todas las agujas, y no puedo explotar esa jodida burbuja que apesta en la que me encuentro.
Parece que sí, que ha llegado.
Así que, querido invierno,
compensame con chocolate caliente y un gato.

Marina Reche.

#014

He agotado la paciencia, que era lo único que me quedaba.

Voy a coger un megáfono interno y voy a gritarle a mi cuerpo que ya está bien de gilipolleces, que saque la fuerza del cajón y se recomponga, que ya es hora de salir a respirar aire fresco y conocer nuevos olores, de esos que te transportan al inhalarlos con los ojos cerrados. Que ya es hora de recordar como caminar y disfrutar de cada uno de los paso al mirar, y alzar la vista al cielo.
Voy a necesitar un litro de mimos renovados y desconocidos para limpiar mi corazón infectado, y un puñado de desafilados y suaves abrazos que cosan las heridas que has ido dejando...
No te estoy culpando, pues he sido yo la que como una idiota, ha ido intoxicándose de un adiós que debería haberse quedado en el pasado y que he ido arrastrando día tras día al presente.
Voy a hacer una cosa más; voy a colgar un cartel que diga, que busco a un voluntario que quiera arriesgarse a adentrarse en este corazón.
¿Algún ser valiente?
Me rio, pues no voy a encontrar voluntario que se salve antes de ser contagiado, como ya ha ido pasando.
Porque no voy a curarme si no es con tu regreso, con tus abrazos, tus palabras, tus caricias...
Y si se cierra; si algún día se cierra este desgarro por cual me desangro, quedará una cicatriz con tu nombre que al acariciarla, desprenda tu olor y con él, traerá tu sonrisa a mi memoria haciendo que asomen mis dientes entre mis labios.
Por eso no voy a olvidarte,
porque conocer, es recordar.

Marina Reche.

#013


El corazón volvió a ganar.
Ha vuelto a coronarse y eso implica desgarrar por la espalda, todos y cada uno de mis órganos.
¿Te has dado cuenta? Éste siempre tiene el papel de bueno, pero cuando subconscientemente se junta con la mente (a la cual siempre se le ha considerado mala influencia), puede convertirse en el ser con menos escrúpulos de la existencia. Haciéndote sentir que la sangre ya no corre por tus venas; y puede, si se le antoja, quitarte, robarte, perderte la vida.
Y es que a veces es tan cruel...
que si juntáramos una mente encerrada en si misma y un corazón con emociones sin canalizar, sería el fin del mundo.
Está siendo mi fin del mundo...
He buscado hasta debajo del sofá pero mi vida no aparece. Mira a ver en tu mochila, que quizás te la llevaste en un descuido; como mi equilibrio, que también ha huido.
Vuelve, ven y tráeme un poco de cordura, a esta locura de vida -muerta-.
Tráeme las ganas, destroza mis sabanas, y que jueguen libres nuestras almas...
Pon orden con tu llegada y deja que esos sentimientos incrustados en lo más profundo huyan, que a pesar de ser los culpables de esta situación sentimental, están mejor sueltos, dispersos y perdidos. Haciendo desaparecer mi desequilibrio.

Marina Reche.

#012

Respira... -Me dices- respira ahora que tienes tiempo...
¿Pero qué voy a respirar si no tengo cerca su aliento?


Me da miedo,
Me da miedo llenar mis pulmones,
parar el tiempo,
y darme cuenta de lo que está ocurriendo
cuando expulse lentamente ese aire ahogado 
al que yo, inconscientemente 
dejo sin oxigeno.

Hoy, he venido a intentar respirar
a la orilla del mar,
para así por lo menos
coger ese aire con olor a sal que me calma,
pero que tanto me recuerda a él...

Estos 365 días se vuelven insoportables
y tan solo es el principio.
Por ello, no se si seguir echándole de menos
y así seguir creando mares de tinta derramada que solo hablen de él,
o si bloquearle en mi mente
pensando, muy ingenuamente
que ya no le echo de menos,
que ya ni le recuerdo...
Ninguna es buena solución,
Pues aparecerá cuando menos me lo espere,
siendo lo más inoportuno posible
y entonces, podrá ocurrir lo siguiente:


  • Que pasen los días y con ellos el tiempo, y que cuando llegue le haya escrito tanto que todo esté sólido en su sitio, y que por esa razón, le invite a un baño de espuma en este mar de tinta.

O que por lo contrario,

  • Me derrumbe, y viva sumergida en 365 días eternos, ahogándome en el mar de sus ojos, donde de forma invisible, sale la tinta de todos mis textos.

Marina Reche.

#011


Hoy no me salen las palabras, pero llevas rondándome todo el día en mis pensamientos y creo que hoy debería formar parte de uno de estos trescientos sesenta y cinco días.
Pensarte y escribirte se está haciendo rutinario. Creo que es de las pocas veces que la rutina no molesta. Aunque esta noche, me ha parecido escuchar a mi corazón decir, que ya no puede más, que está cansado de sufrir; y por primera vez, es el único sabio de la situación.
Me gustaría salir corriendo a buscarte hasta Madrid y decirte, cuando te tenga en frente, que quiero seguir compartiendo la vida contigo, que a tu lado encontré la felicidad, que me esperes, que me esperes hasta que consiga volver a estar cerca de ti...
Me gustaría decirte, y que supieras, que haría todo lo posible por reducir a lo más mínimo todo el tiempo de espera y que mientras tanto, te estaría escribiendo como hago ahora, pero sin la jodida y profunda tristeza que me invade.
Es cierto que saldría corriendo, pero el miedo es mi mayor impedimento. Por eso aquí sigo, escribiendo en el mismo sitio de siempre, como escape de esta situación que me consume, sin moverme, sin salir corriendo a buscarte, sin que sepas,
cuanto te echo de menos.

Marina Reche.

#010

Ha vuelto, y con ella, todos los recuerdos que llevan tu nombre.

Mi mirada se pierde en la inmensidad del mar
y como si cerrara los ojos pero sin cerrarlos,
pierdo la noción del tiempo.
Siento como la soledad
se acerca
me acaricia y se sienta,
a mi vera en silencio.

Ésta, sin decirme nada
me hace darme cuenta de la situación.
A venido a joder,
a echarme un cubo de agua fría
y a llevarse toda mi alegría.
Que sí, que no me quedaba mucha,
pero era la dosis que necesitaba para sobrevivir
y ella va a llevársela, en este ir y venir.

Sube la marea...
Se aproxima mi naufragio.
Ya lo siento cerca...
¡Piernas corred!
Huir ahora que podéis.
Cojo impulso
y mis pensamientos
tocan a la puerta.

Me aterrorizo y paralizo.
Sin piedad alguna,
la soledad me ha cogido por los hombros
y me ha sacudido
hasta dejar caer como plomo
la realidad sobre mi.

Ahora mismo,
quisiera salir corriendo a por ti
para hacerle ver a la soledad
que se equivoca,
que todo está en orden,
que tiene que marcharse.

Pero ha ganado,
me ha abierto los ojos.
Aquí el único que se va eres tú.
Mientras yo...
Aquí estoy,
atada de pies y manos.
Intentando asimilar que te vas
ya por siempre.

Marina Reche.

#009

Los minutos pasaban, pasaban y no llegabas.
Hasta que lo hiciste.
Apareciste como una estrella fugaz y me deslumbraste con toda la luz que desprendías.
Cuanto tiempo sin verte...
Fuiste tan efímero
que apenas pude saborearte.
Pero te disfruté durante ese pequeño instante.
Y aun que doliera la distancia,
-deslumbrante estrella fugaz-,
te sentí cerca.
Sentí que querías aterrizar en mí, en mis labios...
Y crear juntos un segundo big bang,
para deslumbrar el cielo, robar la luna y huir.
Pero tu llegada fue tan, tan fugaz...
que más bien fue un amago de aterrizaje convertido en un nuevo despegue.
Aun así,
en tan pocos segundos eternos 
me calaste el alma.
Y en ese momento, 
en el que te tuve
tan cerca
como para pensar que tu luz
me alumbraría eternamente, 
le susurre al reloj que no marcara la hora del fin.
Olvidando que era inevitable. 
Puesto que tú, 
no eras más que eso; 
una estrella fugaz.

Marina Reche.

#008


¿Qué pasará cuando volvamos a cruzar miradas, cuando volvamos a compartir palabras...?
¿Qué pasará cuando volvamos a ver salir la luna sin verla, y te diga de ir a buscarla?

Tengo miedo, de que me vuelvas a desgarrar el corazón con tu ternura. Así que ten cuidado cuando vuelvas.
Avisa, y entra despacio por la puerta. Sin acercarte mucho, que no quiero recordar tu olor. Sin sonreír mucho, que no quiero volver a quedarme atrapada entre esos malditos dientes. Y por favor, no me abraces mucho, que no quiero volver a enredarme entre tus brazos y luego no ser capaz de soltarte.
Aunque realmente me muera por estar pegada a ti de nuevo, y abrazarte, besarte, olerte, verte sonreír, alcanzar el cielo trepando por tu espalda y no fingir,
decirte que te he echado de menos y sentir, a tu aliento decir,
cerca de mis labios,
que tú también me has echado de menos.

Lo sé,
vaya ilusa estoy hecha.
Quizás...
Quizás ni te vea,
pero aquí sigo,
un día más que te escribo.

Marina Reche.

#007


Demasiadas son las ganas que tengo a veces de verte.
Tanto que cualquier día, cometo una locura...
Te fuiste y me dejaste con mucho amor que regalarte. Tú eras lo que convertía en arte mis palabras...
Aunque hoy sigues siendo la musa que hace que este cuaderno vaya poco a poco llenándose de tinta, es incomparable puesto que ahora, eres letras de melancolía.

Me ronda de vez en cuando por la cabeza, la idea de mandarte cartas a ese buzón que no abres, para que cuando vuelvas, las leas una a una y sepas cuanto te quiero y te he echado de menos.
¿Sabes?
He conseguido un pañuelo enorme para poder irnos a la playa, y tener espacio suficiente para jugar el uno con el otro, sin tener una pequeña franja de arena que nos impida unir cuerpos.
Desde que te fuiste, la melancolía y la tristeza son mis compañeras de viaje. Eso es todo lo que dejaste, un hueco vacío sin llenar, y un puñado de dolorosos recuerdos.
Que he intentado todo. Desde hacerme la dura, hasta reconocer lo mucho que duele tu ausencia.
Que sí, que nos volveremos a ver, pero será diferente.
Ya no seremos nosotros,
seremos tú y yo,
y eso, me desgarra el alma...

Marina Reche.

#006


Quise pensar,
que era solo cuestión de tiempo el volver a encontrarnos.
sin darme cuenta de que pasaría el tiempo,
y no estarías aquí a mi lado.

No quise ni imaginarlo...

Y hoy, todavía te sigo esperando.
¿Volveré algún día a sentir tu tacto?
Me pregunto rozando las sábanas
pensando que esto no debe ser sano.

Tengo tantas ganas
de volver a abrazarte,
que cada vez que te recuerdo
aparecen en mi cara
a la par,
una sonrisa y una lágrima
que llevan detrás,
tu nombre oculto.

¿Por qué?
Me pregunto una y otra vez.
Por qué tuvo que ser así...
Y no recibo respuesta alguna,
que calme mis ganas de ti.

Ahora,
la razón,
no hace más que repetirle al corazón,
que esto es así
y que no hay más,
que se olvide ya de esos sentimientos...

Pero la tirita que lleva tu nombre no pega
y se despega
una y mil veces.
No quiere olvidarte
y yo, tampoco estoy por la labor.


Marina Reche.

#005


Le doy la espalda al viento,
y como le jode,
intenta ponerme el pelo en la cara.
El muy cabrón lo consigue...
Los cuatro, cinco o más pelos rebeldes
que se sueltan de mi moño con facilidad
me golpean el rostro.
Y me he acordado de ti.
Jodido viento...
Tan pronto como se los lleva,
te vuelve a traer los recuerdos
a la puerta de la memoria.
Me he acordado de ti, sí..
Como me podría haber acordado
de cualquier otra persona
-supongo...-,
pero te ha tocado,
así que, nuevamente
vuelvo a escribirte.

Como me gustaría compartir este lugar contigo;
sentir tus pies entre la arena,
volver a escuchar tu voz,
acariciarte,
que me acaricies...
Hacerme la valiente
al meterme al agua helada
y reírme al ver la cara
que se te pondría nada más poner un pie en ella.
Embadurnarte de arcilla,
dormir abrazada a tu espalda en
la sobra de los pinos,
llevarte a ese faro que tan pocos conocen...
Tendríamos mil cosas que hacer,
ya lo ves.
Así que no dudes que algún día,
no muy lejano,
podremos disfrutarlo juntos.

Marina Reche.

#004



Ya es de día.
He vuelto a amanecer sin ti y las sábanas están frías, como cada mañana
desde que marchaste.
Joder, tendrías que ver mis ojeras. A penas he dormido tres horas desde que mi mente se rindió y dejó de pensarte.
 Aun así esta noche como en otras mil más, has seguido invadiendo mis pensamientos a tu antojo; entrando por la puerta de las pesadillas mientras yo dormía, y en la oscuridad de la noche te has acurrucado al lado mío y con sigilo, me has ido abrazando hasta dejarme sin respiración.
Parecía bonito en un principio pero luego... -hay que joderse-, hasta en sueños has optado por dañarme.
Entonces me he dado cuenta de que eres más ácido que el limón y que me sientas como una patada en el estómago.
Por eso esta tarde he salido al balcón y con los últimos rayos de Sol golpeándome la cara y la luna asomando tras la montaña, le he prometido al viento
que no susurraré más tu nombre.
Así que... Buen viaje.
Y no vuelvas.

PD: ¿Como te llamabas?

Marina Reche.

#003



No me digas que no te acuerdas
de aquel día en el que hasta el Sol,
moría por tocarte.
Estabas radiante...
Incluso más que él.
Aunque arrastraras las ojeras de una mala noche
y vistieras a desconjunto
con lo primero que encontraste en tu armario.

A pesar de eso,
no pude evitar cegarme cuando te vi aparecer al doblar la esquina
y me regalaste una de tus preciosas sonrisas.
Créeme,
una ceguera placentera...
En ese momento no me importó,
pues pensé que te tendría eternamente.
Pero hoy ya no estás,
y yo ya no quiero rozar otro cuerpo que no sea el tuyo,
no quiero sentir por mi cuello
otro aliento que no sea el que sale de tu boca.

Y es que, con esta ceguera,
tengo miedo a lo desconocido,
y no hay nada más conocido
que el recorrido de tu cuerpo.
Sé el punto de tus cosquillas flojas,
conozco el lunar que tienes bajo el pecho
y que es tan irresistible...
Sé como y cuando abrazarte
para hacer que te estremezcas,
sé que te sienta mal el melón,
y que si hago café por la mañana,
me comes a besos.

A todo esto,
ya me han dicho que no tengo cura.
Así que...
¿Por qué no vienes con toda tu ternura,
y me abrazas por la espalda?
Sí, te echo de menos.
Pero ya te lo he dicho entre líneas,
no me hagas repetirlo...

¿Que no te das cuenta?
Te quiero comer otra vez
de los pies a la cabeza,
y pararme en tu oreja,
para hacerte cosquillas...
Que día y noche
tengo ganas de ti.
Y mi corazón sigue ciego,
latiendo con la esperanza de verte de nuevo,
aparecer por la puerta.

Marina Reche.

#002



Entablo conversación de miradas con la luna llena 
que me alumbra con su belleza 
vestida de gala, 
a través de la ventana del vagón 
en el que apenas hay cuatro gatos. 

Gatos pardos que al igual que yo, 

prefieren la compañía de la luna.
Y ella, con menos tacto que tú, 
me dice que cómo he sido tan tonta de haberte dejado ir, 
sin antes decirte todo lo que me haces sentir.

Que me quiero morir, 

cuando estás a más de dos centímetros de mi.
Que te quiero cerca, 
muy cerca.
Y estás lejos, 
tan lejos que no te siento en la distancia...

Marina Reche.

#001



Llevo la música en mis oídos
al volumen justo para que nadie más pueda oír
estas canciones que me recuerdan a ti.

El libro de Bécquer sigue abierto encima de la mesita
y yo, no dejo de derramar tinta
por los bordes del papel,
haciendo pequeños dibujos sin sentido
que acabarán invadiendo todo lo escrito.
Al igual que derramo las lágrimas sobre mis mejillas
y éstas, acabarán invadiéndome el alma.

Quizás llevo demasiado tiempo
en la penumbra de estas cuatro paredes
echándote de menos.
Por eso, he decidido emprender un viaje,
cogiendo un tren que me lleve al culo del mundo,
y así perderme.

Tal vez allí me encuentre...

Marina Reche.