#067

Me abandoné por miedo a la soledad de ser auténtica. Quizá me lancé al vacío porque sabía que volvería a buscarme. Ahora, los reflejos del río me devuelven un nombre vacío de rechazo que siento mío. Ya no llueve, no sé si por sequía de cadáveres o abundancia de almas. El frío se ha llevado los olores de las calles. Los únicos que sobreviven se encuentran entre las paredes de mi santuario. Tengo una bola de nieve cálida y negra a los pies de mi cama. Tengo el amor de contar conmigo para toda la vida y la promesa de un cuidado eterno.