#026


Las masas se dispersaban
como si quisieran abrirme paso a ti.
De noche todos los gatos son pardos,
pero vaya par de perros somos,
que supimos encontrarnos entre la multitud
el frío, y la oscuridad.
Esta vez,
ese encuentro, ese reencuentro, ese abrazo,
supo a "cuanto tiempo sin tenerte cerca".
Y caminamos,
y nos quedamos quietos,
y de Colón a Cibeles
nos pusimos al día en silencios.
Por supervivencia al frío
o por el simple hecho
de poder sentirnos cerca
sin un milímetro de distancia,
acabamos cuesta abajo
sintiendo uno,
el calor del otro.
Y una rana,
algo hippie y bohemia,
nos miró de reojo al pasar.
Y llegamos al punto,
donde se podía oler a sangre a lo lejos.
A rabia de perros enjaulados,
marionetas de un alguien,
personas poco personas...
Pero había que volver.
¿Me acompañas?
Te acompaño y me voy contigo.
Me quedo aquí.
Un rato más,
unas horas.
Pierdo el bus,
que les jodan.
Ya me buscaré la vida...
Pero no.
Sólo fue un sí, ¿hasta la parada de metro?
Y hasta la parada de metro fue.
Llegamos,
y Madrid, pudo ser testigo de una nueva despedida.
Me hubiera quedado allí,
así,
en eternos minutos.
Tus labios fríos
mis manos frías
y el calor interno.
Me removiste,
como haces siempre.
Aun así, por un momento
dejó de oler a sangre
y una burbuja de paz nos envolvió.
Pero Madrid,
         esa noche,
                también fue testigo de g.u.e.r.r.a.

Etna Suárez.

#025


Hagamos un trato,
con contrato de palabras
y dedo meñique,
que dure dos inviernos
un par de veranos,
y tres primaveras.
Los otoños...
Los otoños de cambiar ropa por sábanas,
los guardaremos
para fugaces reencuentros.

Al final me desvío,
y no te cuento.
Yo venía aquí para decirte, que

Hagamos un trato abierto
para ese futuro incierto,
que nos espera a la vuelta de tres años.
Pero es tan utópico,
que mejor guardo silencio.
Ya te hablaré en sueños
si te sueño,
o me desgarraré el alma pensándote,
si pensándote no te grito esas palabras
que arden y me dejan quemaduras.

Y ¿sabes?
me doy cuenta que al final
termino sin decirte cual era el trato,
pero... ¿Y si aceptas?

Etna Suárez.

#024


Sábado sí y sábado también,
planeo ir a la ciudad culpable del fin.
Me gustaría encontrarte entre la masa que grita
en defensa de su dignidad a voz y pulmón.
Y hacerte una foto, sin que te enteres,
Hacerte una foto que desearía que acabara en la pared de una exposición.
E invitarte a encontrarte,
Y reencontrarnos.

Hay cosas que no tienen arreglo,
y es una desgracia.
Cuando la historia no termina
terminamos en puntos suspensivos
con tantas eses como sonidos hacen las chispas
que si tenemos ocasión, dejamos escapar.
Y todo alrededor prende fuego.
Y el invierno se convierte en primavera,
y las hojas se vuelven flores que colgarme en el pelo,
y vuelve a haber una conjunción entre un tú-yo,
y de ser dos pasamos a ser uno en fusión.
Y la luna, mi tan queridísima amiga
-ya sabes-,
se asoma más hermosa que nunca,
para que podamos jugar a encontrarla.

Y la encontramos,
y nos encontramos.
Sólo por un rato,
pues se termina lo que nunca terminamos.
Y el tiempo, como siempre,
juega en nuestra contra.

Etna Suárez.



#023

Cuando las musas huyen de ti antes de llegar la primavera.
Cuando esperas que todo fluya y nada fluye.
Cuando la luna está casi llena y un ave perdida le perfila el rostro.
Y deseas volar alto hasta alcanzar tu satélite.
Y deseas dejar de ser como ese ave perdida.
Y deseas encontrar tu sonrisa que ha decidido jugar al escondite.

Y deseas pero no decides.
No decides y te pierdes.
Te pierdes en un invierno que no quiere marchar
Y no marcha porque quiere que te recuerde.
Y te recuerdo;

Cuando la inspiración huye de mi antes de llegar la primavera.
Cuando espero que todo fluya y nada fluye.
Cuando la luna está casi llena y veo como un ave perdida le perfila el rostro.
Y deseo volar alto hasta alcanzar mi satélite, nuestro satélite.
Y deseo dejar de ser ese ave perdida.
Y deseo encontrar mi sonrisa
                     que ha decidido 
jugar a las tinieblas.



Etna Suárez.