Mi mirada se pierde en la inmensidad del mar
y como si cerrara los ojos pero sin cerrarlos,
pierdo la noción del tiempo.
Siento como la soledad
se acerca
me acaricia y se sienta,
a mi vera en silencio.
Ésta, sin decirme nada
me hace darme cuenta de la situación.
A venido a joder,
a echarme un cubo de agua fría
y a llevarse toda mi alegría.
Que sí, que no me quedaba mucha,
pero era la dosis que necesitaba para sobrevivir
y ella va a llevársela, en este ir y venir.
Sube la marea...
Se aproxima mi naufragio.
Ya lo siento cerca...
¡Piernas corred!
Huir ahora que podéis.
Cojo impulso
y mis pensamientos
tocan a la puerta.
Me aterrorizo y paralizo.
Sin piedad alguna,
la soledad me ha cogido por los hombros
y me ha sacudido
hasta dejar caer como plomo
la realidad sobre mi.
Ahora mismo,
quisiera salir corriendo a por ti
para hacerle ver a la soledad
que se equivoca,
que todo está en orden,
que tiene que marcharse.
Pero ha ganado,
me ha abierto los ojos.
Aquí el único que se va eres tú.
Mientras yo...
Aquí estoy,
atada de pies y manos.
Intentando asimilar que te vas
ya por siempre.
Marina Reche.