#069

Empiezo a volver a ser yo.
La gente ya me ha visto.
Ya les he pellizcado.

Ahora se avalanchan
como fieras hambrientas
y yo me dejo llevar.

Dudo.
A veces pienso que pienso mucho;
mucho.

Cuando no me habita el miedo
me es fácil regalar amor.
Cuando no me habita el miedo.

A veces es difícil no escucharle tocar
el timbre y no ir a abrirle la puerta...
Menos con la música alta.

Cuando la música está muy alta
y la sangre alterada,
todo fluye.

De una manera extraña.
Como una tregua en la vida,
como una realidad fictícia...
Pero sucede.

A cien decibelios desaparece el miedo.
Y no hay barreras construidas.
Existe el respeto,
Y sobretodo el respeto a mí misma.

Me brindo la oportunidad
de ser y serme sincera;
es otro código.
A veces pienso que pienso mucho.

- cuando la música está muy alta
la sangre alterada,
y todo fluye.


Etna Suárez.

#068


Quisiera poder decirte 
que ya no llueve al borde del balcón.
Y así no tener que ocultar la muerte 
de hasta los cactus que se están ahogando.
Sí llueve al borde del balcón. 
¡Claro que llueve al borde del balcón!
Está todo encharcado y hace meses que no salgo.
Ni siquiera puedo fumarme un cigarrillo cuando es de noche.
Siempre llueve y entonces…

Dime entonces qué
si salgo y el fuego se apaga
Si salgo y pierdo la llama.
Dime, entonces qué.

Hay una luz. 
Que se pega a mí pero yo trato de no verla.
Me paso el día intentando que no me roce.
Es una luz que prende
pero viene de otras chispas.
Solo quiero que me haga luna llena
y amanse las mareas que atormentan 
colgadas sobre los cactus
al borde del balcón.


Quisiera poder decirte 
que ya no llueve al borde del balcón.
Pero estaría mintiendo.

Etna Suárez.

#067

Me abandoné por miedo a la soledad de ser auténtica. Quizá me lancé al vacío porque sabía que volvería a buscarme. Ahora, los reflejos del río me devuelven un nombre vacío de rechazo que siento mío. Ya no llueve, no sé si por sequía de cadáveres o abundancia de almas. El frío se ha llevado los olores de las calles. Los únicos que sobreviven se encuentran entre las paredes de mi santuario. Tengo una bola de nieve cálida y negra a los pies de mi cama. Tengo el amor de contar conmigo para toda la vida y la promesa de un cuidado eterno.