REFLEXIÓN DE UN RENACER
Existimos sin que nos pregunten con antelación:
¿Quieres venir al mundo?
No sé qué habría decidido si me lo hubiesen cuestionado,
si me hubieran avisado de una vida en contínua búsqueda,
de una carga de miedos y condiciones a otros nombres,
de un constante querer y no poder…
De haber sabido todo eso, habría traído a esta isla unas tijeras,
un baúl,
y una pala.
Para cortar los pesos
encerrarlos en cenizas
y enterrarlos en un eterno a-d-i-ó-s.
Grito:
¡MUNDO, HE NACIDO!
Y ya no hay dios quien me pare.